lunes, 1 de diciembre de 2014

Rubén Darío

(Metapa, 1867 - León, 1916) Seudónimo del gran poeta nicaragüense Félix Rubén García Sarmiento, iniciador y máximo representante del Modernismo hispanoamericano. Su familia era conocida por el apellido de un abuelo, "la familia de los Darío", y el joven poeta, en busca de eufonía, adoptó la fórmula "Rubén Darío" como nombre literario de batalla.

Rubén Darío
Con una dichosa facilidad para el ritmo y la rima creció Rubén Darío en medio de turbulentas desavenencias familiares, tutelado por solícitos parientes y dibujando con palabras en su fuero interno sueños exóticos, memorables heroísmos y tempestades sublimes. Pero ya en su época toda esa parafernalia de prestigiosos tópicos románticos comenzaba a desgastarse y se ofrecía a la imaginación de los poetas como las armas inútiles que se conservan en una panoplia de terciopelo ajado.
Rubén Darío estaba llamado a revolucionar rítmicamente el verso castellano, pero también a poblar el mundo literario de nuevas fantasías, de ilusorios cisnes, de inevitables celajes, de canguros y tigres de bengala conviviendo en el mismo paisaje imposible. Trajo a un idioma que estaba en tiempos de decadencia el influjo revitalizador americano y los modelos parnasianos y simbolistas franceses, abriéndolo a un léxico rico y extraño, a una nueva flexibilidad y musicalidad en el verso y la prosa, e introdujo temas y motivos universales, exóticos y autóctonos, que excitaban la imaginación y la facultad de analogías.
En brillantez formal, estilística y musical, apenas hay poeta en lengua española que iguale al Darío de la primera etapa, la etapa plenamente modernista de Azul(1888) y Prosas Profanas (1896). Cuando se aminora su esteticismo, y el ideal del arte por el arte deja lugar a nuevas inquietudes, surge su obra maestra, Cantos de vida y esperanza (1905), en la que el absoluto dominio de la forma ya no tiene la mera belleza como único objetivo, sino que sirve a la expresión de una intimidad angustiada o de preocupaciones sociohistóricas, como el devenir de la América hispana.
Al valor poético intrínseco de esa segunda etapa, más perdurable que el de la primera, hay que sumar el papel de Rubén Darío como núcleo originario y aglutinador de todo un movimiento, el Modernismo, que marcó un hito en la historia de la literatura: tras seguir sumisamente durante tres siglos los rumbos de las letras europeas, nace en América una corriente literaria propia cuya influencia pasará incluso a la metrópoli. Conseguida a principios del XIX la independencia política, Latinoamérica lograba, a finales del mismo siglo, la independencia literaria.
Biografía
Casi por azar nació Rubén en una pequeña ciudad nicaragüense llamada Metapa, pero al mes de su alumbramiento pasó a residir a León, donde su madre, Rosa Sarmiento, y su padre, Manuel García, habían fundado un matrimonio teóricamente de conveniencias pero próspero sólo en disgustos.

Rubén Darío
Para hacer más llevadera la mutua incomprensión, el incansable Manuel se entregaba inmoderadamente a las farras y ahogaba sus penas en los lupanares, mientras la pobre Rosa huía de vez en cuando de su cónyuge para refugiarse en casa de alguno de sus parientes. No tardaría la madre en dar a luz una segunda hija (Cándida Rosa, que se malogró enseguida) ni en enamorarse de un tal Juan Benito Soriano, con el que se fue a vivir arrastrando a su primogénito a "una casa primitiva, pobre y sin ladrillos, en pleno campo", situada en la localidad hondureña de San Marcos de Colón.
No obstante, el pequeño Rubén volvió pronto a León y pasó a residir con los tíos de su madre, Bernarda Sarmiento y su marido, el coronel Félix Ramírez, los cuales habían perdido recientemente una niña y lo acogieron como sus verdaderos padres. Muy de tarde en tarde vio Rubén a Rosa Sarmiento, a quien desconocía, y poco más o menos a Manuel, por quien siempre sintió desapego, hasta el punto de que el incipiente poeta firmaba sus primeros trabajos escolares como Félix Rubén Ramírez.
El hogar del coronel Félix Ramírez era centro de célebres tertulias que congregaban a la intelectualidad del país; en este ambiente culto creció el pequeño Darío. Precoz versificador infantil, el mismo Rubén no recordaba cuándo empezó a componer poemas, pero sí que ya sabía leer a los tres, y que a los seis empezó a devorar los clásicos que halló en la casa; a los trece ya era conocido como poeta, y a los catorce concluyó su primera obra. En su ambiente y en su tiempo, las elegías a los difuntos, los epitalamios a los recién casados o las odas a los generales victoriosos formaban parte de los usos y costumbres colectivos, cumplían con inveterada oportunidad una función social para la que jamás había dejado de existir demanda. Por entonces se recitaban versos como se erigían monumentos al dramaturgo ilustre, se brindaba a la salud del neonato o se ofrecían banquetes a los diplomáticos extranjeros.

Rubén Darío en 1892
Durante su primeros años estudió con los jesuitas, a los que dedicó algún poema cargado de invectivas, aludiendo a sus "sotanas carcomidas" y motejándolos de "endriagos"; pero en esa etapa de juventud no sólo cultivó la ironía: tan temprana como su poesía influida por Bécquer y por Victor Hugo fue su vocación de eterno enamorado. Según propia confesión en la Autobiografía, una maestra de las primeras letras le impuso un severo castigo cuando lo sorprendió "en compañía de una precoz chicuela, iniciando indoctos e imposibles Dafnis y Cloe, y según el verso de Góngora, las bellaquerías detrás de la puerta".
Antes de cumplir quince años, cuando los designios de su corazón se orientaron irresistiblemente hacia la esbelta muchacha de ojos verdes llamada Rosario Emelina Murillo, en el catálogo de sus pasiones había anotado a una "lejana prima, rubia, bastante bella", tal vez Isabel Swan, y a la trapecista Hortensia Buislay. Ninguna de ellas, sin embargo, le procuraría tantos quebraderos de cabeza como Rosario; y como manifestara enseguida a la musa de su mediocre novela sentimental Emelina sus deseos de contraer inmediato matrimonio, sus amigos y parientes conspiraron para que abandonara la ciudad y terminara de crecer sin incurrir en irreflexivas precipitaciones.
En agosto de 1882 se encontraba en El Salvador, y allí fue recibido por el presidente Zaldívar, sobre el cual anota halagado en su Autobiografía: "El presidente fue gentilísimo y me habló de mis versos y me ofreció su protección; mas cuando me preguntó qué es lo que yo deseaba, contesté con estas exactas e inolvidables palabras que hicieron sonreír al varón de poder: "Quiero tener una buena posición social".
Retrato de Rubén Darío a los 28 años
En este elocuente episodio, Rubén expresa sin tapujos sus ambiciones burguesas, que vería dolorosamente frustradas y por cuya causa habría de sufrir todavía más insidiosamente en su ulterior etapa chilena. En Chile conoció también al presidente suicida Balmaceda y trabó amistad con su hijo, Pedro Balmaceda Toro, así como con el aristocrático círculo de allegados de éste; sin embargo, para poder vestir decentemente, se alimentaba en secreto de "arenques y cerveza", y a sus opulentos contertulios no se les ocultaba su mísera condición.
De la etapa chilena es Abrojos (1887), libro de poemas que dan cuenta de su triste estado de poeta pobre e incomprendido; ni siquiera un fugaz amor vivido con una tal Domitila consigue enjugar su dolor. Para un concurso literario convocado por el millonario Federico Varela escribió Otoñales, que obtuvo un modestísimo octavo lugar entre los cuarenta y siete originales presentados, yCanto épico a las glorias de Chile, por el que se le otorgó el primer premio, compartido con Pedro Nolasco Préndez y que le reportó la módica suma de trescientos pesos.
Pero fue en 1888 cuando la auténtica valía de Rubén Darío se dio a conocer con la publicación de Azul, libro encomiado desde España por el a la sazón prestigioso novelista Juan Valera, cuya importancia como puente entre las culturas española e hispanoamericana ha sido brillantemente estudiada por María Beneyto. Las cartas de Juan Valera sirvieron de prólogo a la nueva reedición ampliada de 1890, pero para entonces ya se había convertido en obsesiva la voluntad del poeta de escapar de aquellos estrechos ambientes intelectuales (donde no hallaba ni el suficiente reconocimiento como artista ni la anhelada prosperidad económica) para conocer por fin su legendario París.

Rubén Darío (imagen tomada en España, 1908)
El 21 de junio de 1890 Rubén contrajo matrimonio con una mujer con la que compartía aficiones literarias, Rafaela Contreras, pero sólo al año siguiente, el 12 de enero, pudo completarse la ceremonia religiosa, interrumpida por una asonada militar. Más tarde, con motivo de la celebración del cuarto Centenario del Descubrimiento de América, vio cumplidos sus deseos de conocer el Viejo Mundo al ser enviado como embajador a España.
El poeta desembarcó en La Coruña el 1 de agosto de 1892, precedido de una celebridad que le permitiría establecer inmediatas relaciones con las principales figuras de la política y la literatura españolas, pero, desdichadamente, su felicidad se vio ensombrecida por la súbita muerte de su esposa, acaecida el 23 de enero de 1893, lo que no hizo sino avivar su tendencia, ya de siempre un tanto desaforada, a trasegar formidables dosis de alcohol.
Precisamente en estado de embriaguez fue poco después obligado a casarse con aquella angélica muchacha que había sido objeto de su adoración adolescente, Rosario Emelina Murillo, quien le hizo víctima de uno de los más truculentos episodios de su vida. Al parecer, el hermano de Rosario, un hombre sin escrúpulos, pergeñó el avieso plan, sabedor de que la muchacha estaba embarazada. En complicidad con la joven, sorprendió a los amantes en honesto comercio amoroso, esgrimió una pistola, amenazó con matar a Rubén si no contraía inmediatamente matrimonio, saturó de whisky al cuitado, hizo llamar a un cura y fiscalizó la ceremonia religiosa el mismo día 8 de marzo de 1893.

Francisca Sánchez
Naturalmente, el embaucado hubo de resignarse ante los hechos, pero no consintió en convivir con el engaño, y en adelante sería perseguido por su pérfida y abandonada esposa buena parte de su vida. Rubén concertó un mejor matrimonio en Madrid con una mujer de baja condición, Francisca Sánchez, la criada analfabeta de la casa del poeta Villaespesa, en la que encontró refugio y dulzura. Con ella viajará a París al comenzar el siglo, tras haber ejercido de cónsul de Colombia en Buenos Aires y haber residido allí desde 1893 a 1898, así como tras haber adoptado Madrid como su segunda residencia desde que llegara, ese último año, a la capital española enviado por el periódico La Nación.
Se inicia entonces para él una etapa de viajes entusiastas (Italia, Inglaterra, Bélgica, Barcelona...) y es acaso entonces cuando escribe sus libros más valiosos:Cantos de vida y esperanza (1905), El canto errante(1907), El poema de otoño (1910), El oro de Mallorca(1913). Residió una temporada en Mallorca para restaurar su deteriorada salud, que ni los solícitos cuidados de su buena Francisca logran sacar a flote. Por otra parte, el muchacho que quería alcanzar una "buena posición social" no obtuvo nunca más que el dinero y la respetabilidad suficientes como para vivir con frugalidad y modestia, y de ello da fe un elocuente episodio de 1908, relacionado con el extravagante escritor español Alejandro Sawa, quien muchos años antes le había servido en París de guía para conocer al perpetuamente ebrio Verlaine.
Sawa, un pobre bohemio, viejo, ciego y enfermo, que había consagrado su orgullosa vida a la literatura, le reclamó a Rubén la escasa suma de cuatrocientas pesetas para ver por fin publicada la que hoy es considerada su obra más valiosa, Iluminaciones en la sombra, pero éste, al parecer, no estaba en disposición de facilitarle este dinero y se hizo el desentendido, de modo que Sawa, en su correspondencia, acabó por pasar de los ruegos a la justa indignación, reclamándole el pago de servicios prestados. Según declaraba en sus cartas, Sawa había sido el autor o negro, en argot editorial, de algunos artículos remitidos en 1905 a La Nación y firmados por Rubén Darío. En cualquier caso, fue finalmente el poeta nicaragüense quien, a petición de la viuda de Alejandro Sawa, prologó enternecido el extraño libro póstumo de ese "gran bohemio" que "hablaba en libro" y "era gallardamente teatral", citando las propias palabras de Rubén.

Rubén Darío dictando su autobiografía
Y es que, al final de su vida, el autor de Azul no estaba en disposición de favorecer a sus amigos más que con su pluma, cuyos frutos en muchos casos no le alcanzaban ni para pagar sus deudas, pero ganó, eso sí, el reconocimiento de la mayoría de los escritores contemporáneos en lengua española y la obligada gratitud de todos cuantos, después de él, han intentado escribir un alejandrino en este idioma. En 1916, al poco de regresar a su Nicaragua natal, Rubén Darío falleció, y la noticia llenó de tristeza a la comunidad intelectual hispanoparlante.
La obra de Rubén Darío
La poesía de Rubén Darío, tan bella como culta, musical y sonora, influyó en centenares de escritores de ambos lados del océano Atlántico. Darío fue uno de los grandes renovadores del lenguaje poético en las letras hispánicas. Los elementos básicos de su poética los podemos encontrar en los prólogos a Prosas profanasCantos de vida y esperanza y El canto errante. Entre ellos es fundamental la búsqueda de la belleza que Rubén encuentra oculta en la realidad. Para Rubén, el poeta tiene la misión de hacer accesible al resto de los hombres el lado inefable de la realidad. Para descubrir este lado inefable, el poeta cuenta con la metáfora y el símbolo como herramientas principales. Directamente relacionado con esto está el rechazo de la estética realista y su escapismo a escenarios fantásticos, alejados espacial y temporalmente de su realidad.
Enteramente inquieto e insatisfecho, codicioso de placer y de vida, angustiado ante el dolor y la idea de la muerte, Darío pasa frecuentemente del derroche a la estrechez, del optimismo frenético al pesimismo desesperado, entre drogas, mujeres y alcohol, como si buscara en la vida la misma sensación de originalidad que en la poesía o como si tratara de aturdirse en su gloria para no examinar el fondo admonitor de su conciencia. Este "pagano por amor a la vida y cristiano por temor de la muerte" es un gran lírico ingenuo que adivina su trascendencia y quiere romper el cerco tradicional de España y América: y lo más importante es que lo consigue. Es necesario romper la monótona solemnidad literaria de España con los ecos del ímpetu romántico de Victor Hugo, con las galas de los parnasianos, con el "esprit" de Verlaine; los artículos deLos raros (1896), de temas preponderantemente franceses, nos hablan con claridad de esta trayectoria.
Rubén Darío
Pero también América hispánica se está encerrando en un círculo tradicional, con lo norteamericano por arriba y los cantos a Junín y a la agricultura de la Zona Tórrida por todas partes; y allá van sus Prosas profanas, con unas primeras palabras de programa, en las que figuran composiciones tan singulares y brillantes como elResponso a VerlaineEra un aire suave... y la Sonatina. Ha triunfado el modernismo: había que reaccionar contra la ampulosidad romántica y la estrechez realista; las inquietudes de Casal, de James Freyre, de Asunción Silva, de Martí, de Díaz Mirón, de Salvador Rueda, son recogidas y organizadas por el gran lírico, que, influido por el parnasianismo y el simbolismo franceses, echa las bases de la nueva escuela: el modernismo, punto de partida de toda la renovación lírica española e hispanoamericana.
Pero él rechaza las normas de la escuela y la mala costumbre de la imitación; dice que no hay escuelas, sino poetas, y aconseja que no se imite a nadie, ni a él mismo... Ritmo y plástica, música y fantasía son elementos esenciales de la nueva corriente, más superficial y vistosa que profunda en un principio, cuando aún no se había asentado el fermento revolucionario del poeta. Pero pronto llega el asentamiento. El lírico "español de América y americano de España", que había abierto a lo europeo y a lo universal los cotos cerrados de la Madre Patria y de Hispanoamérica, miró a su alma y su obra, y encontró la falta de solera hispánica: "yo siempre fui, por alma y por cabeza, / español de conciencia, obra y deseo"; y en la poesía primitiva y en la poesía clásica española encontró la solera hispánica que necesitaba para escribir los versos de la más lograda y trascendente de sus obras: Cantos de vida y esperanza (1905), en la que corrige explícitamente la superficialidad anterior ("yo soy aquel que ayer no más decía..."), y en la que figuran composiciones como Lo fatal, La marcha triunfal,Salutación del optimistaA Roosevelt y Letanía de Nuestro Señor don Quijote.
El gran lírico nicaragüense abre las puertas literarias de España e Hispanoamérica hacia lo exterior, como lo harán en seguida, en plano más ideológico, los escritores españoles de la generación del 98. La Fayette había simbolizado la presencia de Francia en la lucha norteamericana por la independencia; las ideas de los enciclopedistas y de la Revolución francesa habían estado presentes en la gesta de la independencia hispanoamericana: ¿qué tiene de sorprendente que Rubén Darío buscara en Francia los elementos que necesitaba para su revolución? Quiso modernizar, renovar, flexibilizar la grandeza hispánica con el "esprit", con la gracia francesa, frente al sentido materialista y dominador del mundo anglosajón y, especialmente, norteamericano.
Otras composiciones trascendentes figuran en otros libros suyos: El canto errante (1907), Poema del otoño y otros poemas (1910), en el que figuran Margarita, está linda la mar... y Los motivos del lobo, y el libro que contiene su composición más extensa, el Canto a la Argentina, que con otros poemas se publicó en 1914. La prosa suya, además de en Azul y en Los raros, podemos encontrarla en Peregrinaciones (1901), La caravana pasa (1902) y Tierras solares (1904), entre otros trabajos de menor interés concernientes a viajes, impresiones políticas, autobiográficas, etc.
Rubén Darío es un genio lírico hispanoamericano de resonancia universal, que maneja el idioma con elegancia y cuidado, lo renueva con vocablos brillantes, en un juego de ensayos métricos audaces y primorosos, y se atreve a realizar con él combinaciones fonéticas dignas de fray Luis de León, como aquella del verso: "bajo el ala aleve de un leve abanico"; pero la aliteración es sólo un aspecto parcial de la musicalidad del poeta, maestro moderno y universal del ritmo, la imagen y la armonía.

Tema 2: Caprichos infantiles



Charla/Taller contra la violencia de género

domingo, 2 de noviembre de 2014

Gustavo Adolfo Bécquer

(Gustavo Adolfo Domínguez Bastida; Sevilla, 1836 - Madrid, 1870) Poeta español. Junto con Rosalía de Castro, es el máximo representante de la poesía posromántica, tendencia que tuvo como rasgos distintivos la temática intimista y una aparente sencillez expresiva, alejada de la retórica vehemencia del romanticismo. La obra de Bécquer ejerció un fuerte influjo en figuras posteriores como Rubén Darío, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez y los poetas de la generación del 27, y la crítica lo juzga el iniciador de la poesía española contemporánea. Pero más que un gran nombre de la historia literaria, Bécquer es sobre todo un poeta vivo, popular en todos los sentidos de la palabra, cuyos versos, de conmovida voz y alada belleza, han gozado y siguen gozando de la predilección de millones de lectores.

Gustavo Adolfo Bécquer (detalle de un retrato
realizado por su hermano Valeriano, c. 1862)
Hijo y hermano de pintores, quedó huérfano a los diez años y vivió su infancia y su adolescencia en Sevilla, donde estudió humanidades y pintura. En 1854 se trasladó a Madrid, con la intención de hacer carrera literaria. Sin embargo, el éxito no le sonrió; su ambicioso proyecto de escribir una Historia de los templos de España fue un fracaso, y sólo consiguió publicar un tomo, años más tarde. Para poder vivir hubo de dedicarse al periodismo y hacer adaptaciones de obras de teatro extranjero, principalmente del francés, en colaboración con su amigo Luis García Luna, adoptando ambos el seudónimo de «Adolfo García».
Durante una estancia en Sevilla en 1858, estuvo nueve meses en cama a causa de una enfermedad; probablemente se trataba de tuberculosis, aunque algunos biográfos se decantan por la sífilis. Durante la convalecencia, en la que fue cuidado por su hermano Valeriano, publicó su primera leyenda, El caudillo de las manos rojas, y conoció a Julia Espín, según ciertos críticos la musa de algunas de sus Rimas, aunque durante mucho tiempo se creyó erróneamente que se trataba de Elisa Guillén, con quien el poeta habría mantenido relaciones hasta que ella lo abandonó en 1860, y que habría inspirado las composiciones más amargas del poeta.
En 1861 contrajo matrimonio con Casta Esteban, hija de un médico, con la que tuvo tres hijos. El matrimonio nunca fue feliz, y el poeta se refugió en su trabajo o en la compañía de su hermano Valeriano, en las escapadas de éste a Toledo para pintar.
La etapa más fructífera de su carrera fue de 1861 a 1865, años en los que compuso la mayor parte de sus Leyendas, escribió crónicas periodísticas y redactó las Cartas literarias a una mujer, donde expone sus teorías sobre la poesía y el amor. Una temporada que pasó en el monasterio de Veruela en 1864 le inspiró Cartas desde mi celda, un conjunto de hermosas descripciones paisajísticas.
Económicamente las cosas mejoraron para el poeta a partir de 1866, año en que obtuvo el empleo de censor oficial de novelas, lo cual le permitió dejar sus crónicas periodísticas y concentrarse en sus Leyendas y sus Rimas, publicadas en parte en El museo universal. Pero con la revolución de 1868, el poeta perdió su trabajo, y su esposa lo abandonó ese mismo año.
Se trasladó entonces a Toledo con su hermano Valeriano, y allí acabó de reconstruir el manuscrito de las Rimas, cuyo primer original había desaparecido cuando su casa fue saqueada durante la revolución septembrina. De nuevo en Madrid, fue nombrado director de la revista La Ilustración de Madrid, en la que también trabajó su hermano como dibujante.
El fallecimiento de éste, en septiembre de 1870, deprimió extraordinariamente al poeta, quien, presintiendo su propia muerte, entregó a su amigo Narciso Campillo sus originales para que se hiciese cargo de ellos tras su óbito, que ocurriría tres meses después del de Valeriano.
La obra de Gustavo Adolfo Bécquer
La inmensa fama literaria de Bécquer se basa en sus Rimas, que iniciaron la corriente romántica de poesía intimista inspirada en Heine y opuesta a la retórica y ampulosidad de los poetas románticos anteriores. La crítica literaria del momento, sin embargo, no acogió bien sus poemas, aunque su fama no dejaría de crecer en los años siguientes.
Las Rimas, tal y como han llegado hasta nosotros, suman un total de ochenta y seis composiciones. De ellas, setenta y seis se publicaron por vez primera en 1871 a cargo de los amigos del poeta, que introdujeron algunas correcciones en el texto, suprimieron algunos poemas y alteraron el orden del manuscrito original (el llamado Libro de los gorriones, hoy custodiado en la Biblioteca Nacional de Madrid).
El contenido de las rimas ha sido dividido en cuatro grupos: el primero (rimas I a XI) es una reflexión sobre la poesía y la creación literaria; el segundo (XII a XXIX), trata del amor y de sus efectos en el alma del poeta; el tercero (XXX a LI) pasa a la decepción y el desengaño que el amor causa en el alma del poeta; y el cuarto (LII a LXXXVI) muestra al poeta enfrentado a la muerte, decepcionado del amor y del mundo. Las Rimas se presentan habitualmente precedidas de la "Introducción sinfónica" que, probablemente, Bécquer preparó como prólogo a toda su obra.

Su prosa destaca, al igual que su poesía, por la gran musicalidad y la sencillez de la expresión, cargada de sensibilidad; siguiendo los pasos de Hoffmann y Poe, sus Leyendas recrean ambientes fantásticos y envueltos en una atmósfera sobrenatural y misteriosa. Destacan por ese ambiente de irrealidad, de misterio, situado siempre sobre un plano real que deforma y desbarata. Así, en La Corza blanca, donde la protagonista se transforma de noche en el citado animal; o en El monte de las ánimas, en la que el mismo escenario de un paseo amoroso se transforma en el campo del horror fantasmal y en la que el terror llega hasta la alcoba mejor defendida y adornada; o, por fin, en Los ojos verdes y, sobre todo, El rayo de luna, donde lo irreal, enfrentado a la realidad, hace optar a los protagonistas por el sueño, por la locura en la que quieren vivir lo que la realidad les niega. Son logradas las descripciones de ambientes: el barullo de la entrada en la catedral en Maese Pérez, el organista, el silencio del claustro en El rayo de luna o las procesiones fantasmales de La ajorca de oro y El Miserere.

El gigante perdió una bota

el gigante que perdio una bota-carlos murciano-9788420735337El gigante Zon es el guardián del país de los Trinos Hermosos. Pero el Pitón ha decidido convertir el lugar en el país del Largo Silencio. Mientras Zon trata de solucionar este problema, una mañana al despertarse se da cuenta de que ha perdido una de sus botas de muchas leguas...

Tema 3: Potencias y raízes cuadradas


 

martes, 21 de octubre de 2014

Doctor Barnard: Transplante de corazón

(Beaufort West, 1922 - Chipre, 2001) Cardiólogo y cirujano sudafricano, recordado especialmente por efectuar con éxito el primer trasplante de corazón.
Christiaan Neethling Barnard nació el 8 de noviembre de 1922 en la población de Beaufort West, Sudáfrica, hijo de un misionero de la iglesia Reformada de Holanda. El padre tenía escasos ingresos pero, dada su posición social como miembro de la iglesia y los privilegios que le otorgaba su cargo, pudo dar una buena educación a su prole: cuatro hijos, uno de los cuales murió a los cinco años de una enfermedad cardíaca, lo que quizás impulsó a Christian a dedicar su atención a este campo.

Christiaan Barnard
El futuro doctor Barnard asistió a renombradas escuelas privadas de su localidad natal y después cursó medicina en la Universidad de El Cabo, donde se graduó en 1953. Empezó su carrera como médico cirujano general en el hospital Groote Schuur, de Ciudad del Cabo, donde su hermano mayor Marius era jefe del equipo de trasplantes.
En 1955 obtuvo una beca para ingresar en la Universidad estadounidense de Minnesota, donde en 1958 obtuvo el título de doctor especialista en cardiología. Allí fue alumno aventajado del prestigioso doctor Owen H. Wangesteen, que le introdujo en la ciencia cardiovascular, mientras que el doctor Shumway le familiarizó con la técnica de trasplantes de corazón en animales, por lo que, a su regreso de Estados Unidos, empezó a practicar durante varios años con perros. En 1962 fue nombrado jefe de cirugía torácica del hospital Groote Schuur, donde ya había ejercido antes de doctorarse.
Una noticia esperanzadora
Los trasplantes de órganos no eran una novedad en aquel momento. El primer trasplante renal lo realizó el doctor Varony en 1936. En 1953, Hardy realizó el primer trasplante de pulmón a un paciente afecto de cáncer, y en 1954 Murray logró trasplantar con éxito los riñones de dos gemelos, realizando en 1967 un triple trasplante de riñón, páncreas y duodeno. En 1964, el mencionado Hardy trasplantó el corazón de un chimpancé a un hombre, que falleció al cabo de una hora por el menor volumen del órgano del simio.
Pero el 3 de diciembre de 1967, una noticia que recogieron todos los teletipos asombró al mundo: un médico sudafricano había realizado el primer trasplante de corazón a un ser humano. El receptor fue Louis Washkansky, comerciante, hombre corpulento y optimista de cincuenta y seis años, desahuciado por un irreversible problema cardíaco, al que se unía una diabetes aguda. La donante, Dénise Darvall, una joven oficinista de veinticinco años atropellada junto a su madre por un automóvil.
La operación, llevada a cabo por un equipo de veinte cirujanos bajo la dirección de Barnard, duró seis horas. Al despertarse, Washkansky declaró que se sentía mucho mejor con el nuevo corazón. Médico y paciente salieron catapultados hacia la fama, aunque dieciocho días después, la madrugada del 21 de diciembre, el paciente murió de una neumonía.
A pesar de ello, tras este hito en la historia de la medicina, empezaron a lloverle a Barnard los honores y las distinciones de todo tipo, convirtiéndose en el personaje más popular del momento. Se lanzó a la vida mundana y se fotografió con las actrices más famosas de la época. Las especulaciones sobre innumerables flirtsdieron tema a la prensa amarilla, sin que a él pareciera preocuparle en exceso su imagen de play-boy mundial.
El segundo trasplante
El 2 de enero de 1968 realizó el segundo trasplante. Esta vez el receptor fue el doctor Philip Blaiberg, y el donante, el mulato Clive Haupt. El corazón de un negro latió durante 563 días en el cuerpo de un blanco. A partir de aquel momento, en medio de una polémica que no cesaba respecto a la bioética de tales intervenciones (¿está muerto el que no respira pero su corazón late?), los pacientes fueron ganando expectativas de vida, gracias a los fármacos inmunosupresores como la ciclosperina.
En 1970 se divorció de su primera esposa, Louwtjie, que le había dado dos hijos: André, que se suicidaría en 1984 a causa de la separación de sus padres (según diagnóstico de su psiquiatra y apreciación del propio progenitor), y Deirdre. Aquel mismo año se casó con la rica heredera Barbara Zoellner, de diecinueve años, hija del multimillonario alemán Frederick Zoellner, afincado en Johannesburgo y conocido como el «rey del acero».
En 1974 realizó por primera vez en el mundo un doble trasplante de corazón, que consistió en añadir un corazón más sano a otro enfermo para ayudarle a cumplir las funciones del que ya tenía. Pero sus experimentos en el quirófano terminarían, tarde o temprano, en fracaso. En 1975, cuando empezaba a declinar su fama, visitó España para presentar su libroTensión, y a su nueva esposa (que le había dado dos hijos, Frederick y Christian), con el propósito de no perder un ápice de popularidad en la cuenca mediterránea, donde era más adulado. Continuó realizando trasplantes de corazón. En 1979, sin embargo, se negó a participar en una operación de trasplante de cabeza humana por encontrar la idea impracticable y, «probablemente, inmoral». Esta afirmación le salvaguardó el honor.
Fin del ejercicio de la profesión
En 1981, año en que promocionaba su libro La máquina del cuerpo, la artritis que padecía desde 1956 se agravó hasta impedirle el ejercicio de su profesión sin graves riesgos para el paciente. También en los años ochenta, su esposa Barbara puso fin a su matrimonio y se casó posteriormente con un hombre de negocios portugués. Barnard intentó rehacer su vida con la modelo Evelyn Entleder, de veinticuatro años, quien lo abandonó también. Finalmente, encontró el equilibrio sentimental con otra modelo cuarenta y un años más joven que él, Karen Setzkorn, con la que contrajo matrimonio en 1983 y con la que tendría dos hijos más, Armin y Lara, que nació cuando Barnard contaba setenta y cuatro años de edad.
En 1983, después de trabajar en un hospital de Estados Unidos, abandonó definitivamente el ejercicio de la cirugía, pero a pesar de los achaques, el desprestigio entre sus colegas y la pérdida de popularidad, intentó abrirse nuevos caminos. Hasta entonces había realizado alrededor de 140 trasplantes, entre ellos el del corazón de un mandril a una enferma de veinticinco años que murió a las pocas horas.
A partir de 1987 se dedicó a la investigación médica y dirigió cuatro equipos en el Instituto Max Planck y en la Universidad de Heidelberg, ambos en Alemania, un tercero en la Universidad de Oklahoma, en Estados Unidos, y, por último, otro en Suiza. Esos equipos realizaron estudios orientados a descubrir las causas del envejecimiento de los organismos y los factores biológicos presentes en el feto y que desaparecen al nacer éste.
Además de coordinar esos equipos, se ocupó de su inmensa granja de ovejas cerca de Ciudad del Cabo, donde, además, intentó reintroducir animales salvajes que originariamente ocupaban aquellos parajes. En 1993 publicó su autobiografía, La segunda vida, donde además de hablar de su trayectoria profesional exponía con detalle sus idilios con mujeres famosas. En sus viajes y conferencias insistía en lo que fue la obsesión de sus últimos días: inculcar a la sociedad la necesidad de la donación de órganos.
En marzo de 2001 aún dio muestras de protagonismo al publicar Cincuenta fórmulas para un corazón sano. El 2 de septiembre fallecía en Chipre a los setenta y ocho años de edad, víctima de un ataque de asma, no de un ataque cardíaco como publicó la prensa a las pocas horas del fallecimiento. Ese mismo año, la implantación en un paciente estadounidense del corazón artificial Abiocor como un órgano permanente constituyó un hito que empequeñecía de algún modo la proeza realizada por Barnard en 1967.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Tema 1: Letras nutritivas


 

Un genio en la tele

un genio en la tele-jordi sierra i fabra-9788420769745La llegada de la televisión rompe la monotonía de los habitantes de Pampelum, pero el programa informativo no logra tener audiencia... Hasta que llega el señor Tutsi, que sabe cómo llegar al corazón de los espectadores. Sin embargo, con su programa de «cámara indiscreta» pierde popularidad...

Lope de Vega

(Félix Lope de Vega y Carpio, Madrid, 1562-id., 1635) Escritor español. Lope de Vega procedía de una familia humilde y su vida fue sumamente agitada y llena de lances amorosos. Estudió en los jesuitas de Madrid (1574) y cursó estudios universitarios en Alcalá (1576), aunque no consiguió el grado de bachiller.
Debido a la composición de unos libelos difamatorios contra la comedianta Elena Osorio (Filis) y su familia, por desengaños amorosos, Lope de Vega fue desterrado de la corte (1588-1595). No fue éste el único proceso en el que se vio envuelto: en 1596, después de ser indultado en 1595 del destierro, fue procesado por amancebamiento con Antonia de Trillo.

Lope de Vega
Estuvo enrolado, al menos, en dos expediciones militares: una fue la que conquistó la isla Terceira en las Azores (1583), al mando de don Álvaro de Bazán, y la otra, en la Armada Invencible. Fue secretario de varios personajes importantes, como el marqués de Malpica o el duque de Alba, y a partir de 1605 estuvo al servicio del duque de Sessa, relación sustentada en una amistad mutua.
Lope se casó dos veces: con Isabel de Urbina (Belisa), con la que contrajo matrimonio por poderes tras haberla raptado antes de salir desterrado de Madrid; y con Juana de Guardo en 1598. Aparte de estos dos matrimonios, su vida amorosa fue muy intensa, ya que mantuvo relaciones con numerosas mujeres, incluso después de haber sido ordenado sacerdote. Entre sus amantes se puede citar a Marina de Aragón, Micaela Luján (Camila Lucinda), con la que tuvo dos hijos, Marcela y Lope Félix, y Marta de Nevares (Amarilis y Marcia Leonarda), además de las ya citadas anteriormente.
Obras de Lope de Vega
La obra y la biografía de Lope de Vega presentan una gran trabazón, y ambas fueron de una exuberancia casi anormal. Como otros escritores de su tiempo, cultivó todos los géneros literarios.
La primera novela que escribió, La Arcadia (1598), es una obra pastoril en la que incluyó numerosos poemas. En Los pastores de Belén (1612), otra novela pastoril pero «a lo divino», incluyó, de nuevo, numerosos poemas sacros. Entre estas dos apareció la novela bizantina El peregrino en su patria (1604), que incluye cuatro autos sacramentales. La Filomena y La Circe contienen cuatro novelas cortas de tipo italianizante, dedicadas a Marta de Nevares. A la tradición de La Celestina, la comedia humanística en lengua vulgar, se adscribe La Dorotea, donde narra sus frustrados amores juveniles con Elena Osorio.
Su obra poética usó de todas las formas posibles y le atrajo por igual la lírica popular y la culterana de Luis de Góngora, aunque, en general, defendió el «verso claro». Por un lado están los poemas extensos y unitarios, de tono narrativo y asunto a menudo épico o mitológico, como, por ejemplo La Dragontea (1598); La hermosura de Angélica (1602), inspirado en el Orlando de Ariosto; Jerusalén conquistada (1609), basada en Torquato Tasso; La Andrómeda (1621) y La Circe (1624). De temática religiosa es El Isidro (1599) y también los Soliloquios amorosos (1626). La Gatomaquia (1634) es una parodia épica.
En cuanto a los poemas breves, su lírica usó de todos los metros y géneros. Se encuentra recogida en las Rimas (1602), Rimas sacras (1614), Romancero espiritual (1619), Triunfos divinos con otras rimas sacras (1625), Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos (1634) y la Vega del Parnaso (1637).
El teatro de Lope
Donde realmente vemos al Lope renovador es en el género dramático. Después de una larga experiencia de muchos años escribiendo para la escena, Lope compuso, a petición de la Academia de Madrid, el Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo (1609). En él expone sus teorías dramáticas, que vienen a ser un contrapunto a las teorías horacianas, expuestas en la Epístola a los Pisones.
De las tres unidades -acción, tiempo y lugar-, Lope sólo aconseja respetar la unidad de acción para mantener la verosimilitud, y rechaza las otras dos, sobre todo en las obras históricas, donde se comprende el absurdo de su observación; aconseja la mezcla de lo trágico y lo cómico (en consonancia con el autor de La Celestina): de ahí la enorme importancia de la figura del gracioso en su teatro y, en general, en todas las obras del Siglo de Oro; regulariza el uso de las estrofas de acuerdo con las situaciones y acude al acervo tradicional español para extraer de él sus argumentos (crónicas, romances, cancioncillas).

En general, las obras teatrales de Lope de Vega giran en torno a dos ejes temáticos, el amor y el honor, y su público es de lo más variado, desde el pueblo iletrado hasta el más culto y refinado. De su extensísima obra, más de «mil quinientas» según palabras del propio autor, se conservan unas trescientas de atribución segura.
La temática es tan variada que resulta de difícil clasificación. El grupo más numeroso es el de comedias de capa y espada, basadas en la intriga de acción amorosa: La dama boba, Los melindres de Belisa, El castigo del discreto, El caballero del milagro, La desdichada Estefanía, La discreta enamorada, El castigo sin venganza, Amar sin saber a quién y El acero de Madrid. De tema caballeresco: La mocedad de Roldán y El marqués de Mantua. De tema bíblico y vidas de santos: La creación del mundo y El robo de Dina. De historia clásica: Contra valor no hay desdicha. De sucesos históricos españoles: El bastardo Mudarra y El duque de Viseo.
Sus obras más conocidas son las que tratan los problemas de abusos por parte de los nobles, situaciones frecuentes en el caos político de la España del siglo XV; entre ellas se encuentran La Estrella de Sevilla, Fuente Ovejuna, El mejor alcalde, el rey, Peribáñez y el comendador de Ocaña y El caballero de Olmedo. De tema amoroso son La doncella Teodor, El perro del hortelano, El castigo del discreto, La hermosa fea y La moza de cántaro.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Mi abuela Paz

Mi abuela Paz Mi abuela se llama Paz vive en la calle Carlos Garzarán y posee una complexión un tanto robusta. Yo a ella la quiero mucho igual que ella a mí. Ella se casó con Pedro que falleció hará un año ya y al él también lo quería mucho. En navidades ella siempre nos da el aguinaldo, y también hace migas y gachas y están buenísimas. Ella nació en el 1933 y tenía 11 hermanos y ella era la tercera más pequeña. 

                   ¡¡Es genial!!

El trabajo




Una tarde de Novios



Miguel Hernandez

(Orihuela, 1910 - Alicante, 1942) Poeta español. Adscrito a la Generación del 27, destacó por la hondura y autenticidad de sus versos, reflejo de su compromiso social y político.
Nacido en el seno de una familia humilde y criado en el ambiente campesino de Orihuela, de niño fue pastor de cabras y no tuvo acceso más que a estudios muy elementales, por lo que su formación fue autodidacta.
Su interés por la literatura lo llevó a profundizar en la obra de algunos clásicos, como Garcilaso de la VegaLuis de Góngora, que posteriormente tuvieron una marcada influencia en sus versos, especialmente en los de su etapa juvenil. También conoció la producción de autores como Rubén Darío o Antonio Machado. Participó en las tertulias literarias locales organizadas por su amigo Ramón Sijé, encuentros en los que se relacionó con la que luego fue su esposa e inspiradora de muchos de sus poemas, Josefina Manresa.
Con veinticuatro años viajó a Madrid y conoció aVicente Aleixandre y a Pablo Neruda; con este último fundó la revista Caballo Verde para la Poesía. Las ideas marxistas del poeta chileno tuvieron una gran influencia sobre el joven Miguel, que se alejó del catolicismo e inició la evolución ideológica que lo condujo a tomar posiciones de compromiso beligerante durante la Guerra Civil.
Tras el triunfo del Frente Popular colaboró con otros intelectuales en las Misiones Pedagógicas, movimiento de carácter social y cultural. En 1936 se alistó como voluntario en el ejército republicano. Durante la contienda contrajo matrimonio con Josefina Manresa, publicó diversos poemas en las revistas El Mono AzulHora de España y Nueva Cultura, y dio numerosos recitales en el frente. El fallecimiento de su primer hijo (1938) y el nacimiento del segundo (1939) se añadieron como motivo inspirador de su obra poética
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Terminada la guerra regresó a Orihuela, donde fue detenido. Condenado a muerte, luego se le conmutó la pena por la de cadena perpetua. Después de pasar por varias prisiones, murió en el penal de Alicante víctima de un proceso tuberculoso: de esta forma se truncó una de las trayectorias más prometedoras de las letras españolas del siglo XX.
La poesía de Miguel Hernández
Aunque cronológicamente el autor debería pertenecer a la llamada promoción del 35, de la que formaron parte poetas como L. Rosales o L.M. Panero, el estilo de su obra y su relación con los representantes de la Generación del 27 hacen que se le considere el miembro más joven de esta última, el "genial epígono del grupo" en palabras de Dámaso Alonso. Su trayectoria como escritor dio comienzo con algunas colaboraciones en la revista de tendencia católica El Gallo Crisis, dirigida por Ramón Sijé.
Su primer volumen de versos, Perito en lunas (1934), está formado por 42 octavas reales en las que los objetos cotidianos y humildes son descritos con un hermetismo formal en el que trasluce claramente el magisterio gongorino. Sin embargo, en otros poemas de la misma época se intuye una mayor soltura verbal y el inicio de su compromiso con la causa de los desheredados.
El poeta tal y como lo retrató Buero Vallejo en prisión
En 1934, después de dar a conocer en la revista Cruz y Raya el auto sacramental Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras, de carácter calderoniano, comenzó la que a la postre fue considerada su obra maestra y de madurez, El rayo que no cesa (1936), que inicialmente pensaba titular El silbo vulnerado. La vida, la muerte y el amor (éste como hilo conductor del poemario) son los ejes centrales de un libro compuesto mayoritariamente por sonetos y deslumbrante en su conjunto, aunque destaca alguna elegía como la dedicada a la muerte de Ramón Sijé, escrita en tercetos encadenados y considerada una de las más importantes de la lírica española de todos los tiempos.
Durante la Guerra Civil cultivó la llamada poesía de guerra: su fe republicana se plasmó en una serie de poemas reunidos en Viento del pueblo (1937), que incluyó la "Canción del esposo soldado", dirigida a su mujer, y otras creaciones famosas, como "El niño yuntero". También en este período concibe El hombre acecha (1939), que manifiesta su visión trágica de la contienda fratricida, y diversos textos dramáticos que se publicaron con el título Teatro en la guerra (1937).
Mientras se hallaba en la cárcel escribió Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941), donde hizo uso de formas tradicionales de la poesía popular castellana para expresar en un estilo conciso y sencillo su hondo pesar por la separación de su mujer y sus hijos y la angustia que le producían los efectos devastadores de la guerra.

Juan Ramón Jiménez

(Moguer, 1881 - San Juan de Puerto Rico, 1958) Poeta español. Su lírica evolucionó desde las últimas derivaciones del modernismo hacia una poesía a la vez emotiva e intelectualista. Tras cursar el bachillerato en el colegio de los jesuitas de Puerto de Santa María (Cádiz), ingresó en la universidad de Sevilla para estudiar derecho, carrera que abandonó para seguir su vocación artística.
Aunque inicialmente quiso ser pintor, pronto se orientó hacia la poesía, animado por la lectura deRubén Darío y de los escritores románticos. Sus primeras colaboraciones en la revista madrileña Vida Nueva fueron acogidas con entusiasmo por los modernistas, por lo que decidió trasladarse a Madrid en 1900 y publicar ese mismo año sus dos primeros volúmenes de versos, Ninfeas y Almas de violeta, títulos que le fueron sugeridos por Ramón del Valle-Inclán y Rubén Darío.

Juan Ramón Jiménez
De carácter melancólico y depresivo, la repentina muerte de su padre le causó fuertes crisis nerviosas que lo obligaron a pasar largas temporadas en sanatorios de Burdeos y Madrid. A esta época corresponden los libros Rimas (1902), Arias tristes(1903) y Jardines lejanos (1904), que configuraron una poética impregnada de musicalidad, nostalgia y amor por la naturaleza, con metros sencillos en los que predomina el octosílabo y un ritmo fluido de inspiración modernista.
Entre 1905 y 1912 el autor vivió en su pueblo natal, entregado a la lectura y admirando la vida campesina andaluza. Este acercamiento al mundo rural se tradujo en un nuevo sentimentalismo que, sin abandonar la languidez inicial, se enriqueció con impulsos apasionados y juveniles. En los escenarios crepusculares de pálidos jardines, decadentes ensueños y estancias silenciosas, aparecieron por primera vez colores brillantes e imágenes de mujeres desnudas que tiñeron los versos de erotismo.
En este período escribió varios volúmenes: Elegías(1908-1910), Olvidanzas (1909), La soledad sonora(1911), Poemas mágicos y dolientes (1911), Melancolía(1912) y Laberinto (1913), así como el libro en prosaPlatero y yo (1914), tierna elegía a un borriquillo que se convirtió en uno de sus textos más célebres. De regreso a Madrid conoció a Zenobia Camprubí, española educada en Estados Unidos, con la que se casó en Nueva York en 1916. La vitalidad y las constantes atenciones de Zenobia influyeron decisivamente en el nuevo rumbo que adoptó su trayectoria poética.

Tanto en los Sonetos espirituales (1914) como enEstío (1916) se anunciaba un cambio formal que culminó en el Diario de un poeta recién casado (1917), escrito casi en su totalidad durante la travesía del Atlántico. Según declaró el autor, el constante movimiento de las olas le transmitió la obsesión por el ritmo y lo llevó a abandonar las estructuras estróficas tradicionales, y a cultivar el verso libre. Al mismo tiempo, la ornamentación modernista desapareció en favor de un lenguaje sobrio y desnudo, que huyó de la vaguedad y aspiró a la precisión absoluta.
Muestra de ello son las composiciones de Eternidades(1918), Piedra y cielo (1919), Poesía (1923) y Belleza(1923), donde eliminó todo aquello que no tendiese a la esencia poética y a la plenitud espiritual y estética. El autor intentó llevar al ámbito de la prosa las conquistas obtenidas en sus versos y escribió la serie de retratos líricos que integraron el libro Españoles de tres mundos (1942), aparecido en su mayor parte en la revista Índice.
Paralelamente, incitado por un afán de depuración máxima, sometió su obra a una permanente revisión. Fruto de esta inquietud son las colecciones de textosUnidad (1925), Obra en marcha (1928), Sucesión(1932), Presente (1933) y Hojas sueltas (1935), que incluyeron páginas susceptibles de ser reelaboradas con posterioridad.
Tras la publicación de Cántico (1935), el estallido de la Guerra Civil interrumpió la labor creadora del poeta, que fue nombrado agregado cultural en Washington. Después de vivir en Estados Unidos y Cuba se instaló en Puerto Rico, donde enseñó en la universidad y se dedicó a retocar gran parte de su obra. A esta última época pertenecen los libros La estación total (1946),Romances de Coral Gables (1948) y Animal de fondo(1949), en los que la búsqueda de la belleza total se plasmó a través de una visión intelectualista y metafísica, en función de la cual su poesía se transformó en un "dios deseante y deseado", con conciencia de la divinidad y con manifestación inefable de lo eterno. Juan Ramón Jiménez fue galardonado con el premio Nobel de Literatura en 1956.

Miguel de Cervantes


Miguel de Cervantes Saavedra
(Alcalá de Henares, España, 1547-Madrid, 1616) Escritor español. Cuarto hijo de un modesto médico, Rodrigo de Cervantes, y de Leonor de Cortinas, vivió una infancia marcada por los acuciantes problemas económicos de su familia, que en 1551 se trasladó a Valladolid, a la sazón sede de la corte, en busca de mejor fortuna.
Allí inició el joven Miguel sus estudios, probablemente en un colegio de jesuitas. Cuando en 1561 la corte regresó a Madrid, la familia Cervantes hizo lo propio, siempre a la espera de un cargo lucrativo. La inestabilidad familiar y los vaivenes azarosos de su padre (que en Valladolid fue encarcelado por deudas) determinaron que su formación intelectual, aunque extensa, fuera más bien improvisada. Aun así, parece probable que frecuentara las universidades de Alcalá de Henares y Salamanca, puesto que en sus textos aparecen copiosas descripciones de la picaresca estudiantil de la época.
En 1569 salió de España, probablemente a causa de algún problema con la justicia, y se instaló en Roma, donde ingresó en la milicia, en la compañía de don Diego de Urbina, con la que participó en la batalla de Lepanto (1571). En este combate naval contra los turcos fue herido de un arcabuzazo en la mano izquierda, que le quedó anquilosada. Cuando, tras varios años de vida de guarnición en Cerdeña, Lombardía, Nápoles y Sicilia (donde adquirió un gran conocimiento de la literatura italiana), regresaba de vuelta a España, la nave en que viajaba fue abordada por piratas turcos (1575), que lo apresaron y vendieron como esclavo, junto a su hermano Rodrigo, en Argel. Allí permaneció hasta que, en 1580, un emisario de su familia logró pagar el rescate exigido por sus captores.

Supuesto retrato de Cervantes, atribuido a Jáuregui
Ya en España, tras once años de ausencia, encontró a su familia en una situación aún más penosa, por lo que se dedicó a realizar encargos para la corte durante unos años. En 1584 casó con Catalina Salazar de Palacios, y al año siguiente se publicó su novela pastoril La Galatea. En 1587 aceptó un puesto de comisario real de abastos que, si bien le acarreó más de un problema con los campesinos, le permitió entrar en contacto con el abigarrado y pintoresco mundo del campo que tan bien reflejaría en su obra maestra, el Quijote, que apareció en 1605. El éxito de este libro fue inmediato y considerable, pero no le sirvió para salir de la miseria. Al año siguiente la corte se trasladó de nuevo a Valladolid, y Cervantes con ella. El éxito del Quijote le permitió publicar otras obras que ya tenía escritas: los cuentos morales de las Novelas ejemplares, el Viaje del Parnaso y Comedias y entremeses.

Los viajes de Pericot

los viajes de pericot-carles cano-9788420765419A Pericot Trotamundos lo que más le gusta es viajar, hasta que llega un momento en que todo le parece familiar, como si ya lo hubiese conocido. Entonces decide buscar una nueva forma de viajar: andando hacia atrás. Así que le ocurrirán muchas peripecias...

Esto no puede seguir así

Rosa nunca imaginó cómo sería vivir en aquel pueblo de la montaña. Tendría que convivir con un fantasma llamado Mariano, con las vecinas molestas que se presentaban sin avisar, con el pirata Torsoquemado... Y por si eso fuera poco, a su padre le alcanza un rayo y se convierte en el mejor jugador de ajedrez del mundo. Desde luego, «esto no puede seguir así». (Primer Premio en el XXV Concurso de Narrativa Infantil Vila d'Ibi)

Caligrama


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El lago de plata


 El juglar de la selva, Mbuna, ha regresado para seguir contando leyendas de pueblos desconocidos. El libro presenta siete relatos en los que se destaca el valor simbólico del lenguaje como vehículo de entendimiento, de sabiduría y de comunicación entre los hombres.