martes, 21 de octubre de 2014

Doctor Barnard: Transplante de corazón

(Beaufort West, 1922 - Chipre, 2001) Cardiólogo y cirujano sudafricano, recordado especialmente por efectuar con éxito el primer trasplante de corazón.
Christiaan Neethling Barnard nació el 8 de noviembre de 1922 en la población de Beaufort West, Sudáfrica, hijo de un misionero de la iglesia Reformada de Holanda. El padre tenía escasos ingresos pero, dada su posición social como miembro de la iglesia y los privilegios que le otorgaba su cargo, pudo dar una buena educación a su prole: cuatro hijos, uno de los cuales murió a los cinco años de una enfermedad cardíaca, lo que quizás impulsó a Christian a dedicar su atención a este campo.

Christiaan Barnard
El futuro doctor Barnard asistió a renombradas escuelas privadas de su localidad natal y después cursó medicina en la Universidad de El Cabo, donde se graduó en 1953. Empezó su carrera como médico cirujano general en el hospital Groote Schuur, de Ciudad del Cabo, donde su hermano mayor Marius era jefe del equipo de trasplantes.
En 1955 obtuvo una beca para ingresar en la Universidad estadounidense de Minnesota, donde en 1958 obtuvo el título de doctor especialista en cardiología. Allí fue alumno aventajado del prestigioso doctor Owen H. Wangesteen, que le introdujo en la ciencia cardiovascular, mientras que el doctor Shumway le familiarizó con la técnica de trasplantes de corazón en animales, por lo que, a su regreso de Estados Unidos, empezó a practicar durante varios años con perros. En 1962 fue nombrado jefe de cirugía torácica del hospital Groote Schuur, donde ya había ejercido antes de doctorarse.
Una noticia esperanzadora
Los trasplantes de órganos no eran una novedad en aquel momento. El primer trasplante renal lo realizó el doctor Varony en 1936. En 1953, Hardy realizó el primer trasplante de pulmón a un paciente afecto de cáncer, y en 1954 Murray logró trasplantar con éxito los riñones de dos gemelos, realizando en 1967 un triple trasplante de riñón, páncreas y duodeno. En 1964, el mencionado Hardy trasplantó el corazón de un chimpancé a un hombre, que falleció al cabo de una hora por el menor volumen del órgano del simio.
Pero el 3 de diciembre de 1967, una noticia que recogieron todos los teletipos asombró al mundo: un médico sudafricano había realizado el primer trasplante de corazón a un ser humano. El receptor fue Louis Washkansky, comerciante, hombre corpulento y optimista de cincuenta y seis años, desahuciado por un irreversible problema cardíaco, al que se unía una diabetes aguda. La donante, Dénise Darvall, una joven oficinista de veinticinco años atropellada junto a su madre por un automóvil.
La operación, llevada a cabo por un equipo de veinte cirujanos bajo la dirección de Barnard, duró seis horas. Al despertarse, Washkansky declaró que se sentía mucho mejor con el nuevo corazón. Médico y paciente salieron catapultados hacia la fama, aunque dieciocho días después, la madrugada del 21 de diciembre, el paciente murió de una neumonía.
A pesar de ello, tras este hito en la historia de la medicina, empezaron a lloverle a Barnard los honores y las distinciones de todo tipo, convirtiéndose en el personaje más popular del momento. Se lanzó a la vida mundana y se fotografió con las actrices más famosas de la época. Las especulaciones sobre innumerables flirtsdieron tema a la prensa amarilla, sin que a él pareciera preocuparle en exceso su imagen de play-boy mundial.
El segundo trasplante
El 2 de enero de 1968 realizó el segundo trasplante. Esta vez el receptor fue el doctor Philip Blaiberg, y el donante, el mulato Clive Haupt. El corazón de un negro latió durante 563 días en el cuerpo de un blanco. A partir de aquel momento, en medio de una polémica que no cesaba respecto a la bioética de tales intervenciones (¿está muerto el que no respira pero su corazón late?), los pacientes fueron ganando expectativas de vida, gracias a los fármacos inmunosupresores como la ciclosperina.
En 1970 se divorció de su primera esposa, Louwtjie, que le había dado dos hijos: André, que se suicidaría en 1984 a causa de la separación de sus padres (según diagnóstico de su psiquiatra y apreciación del propio progenitor), y Deirdre. Aquel mismo año se casó con la rica heredera Barbara Zoellner, de diecinueve años, hija del multimillonario alemán Frederick Zoellner, afincado en Johannesburgo y conocido como el «rey del acero».
En 1974 realizó por primera vez en el mundo un doble trasplante de corazón, que consistió en añadir un corazón más sano a otro enfermo para ayudarle a cumplir las funciones del que ya tenía. Pero sus experimentos en el quirófano terminarían, tarde o temprano, en fracaso. En 1975, cuando empezaba a declinar su fama, visitó España para presentar su libroTensión, y a su nueva esposa (que le había dado dos hijos, Frederick y Christian), con el propósito de no perder un ápice de popularidad en la cuenca mediterránea, donde era más adulado. Continuó realizando trasplantes de corazón. En 1979, sin embargo, se negó a participar en una operación de trasplante de cabeza humana por encontrar la idea impracticable y, «probablemente, inmoral». Esta afirmación le salvaguardó el honor.
Fin del ejercicio de la profesión
En 1981, año en que promocionaba su libro La máquina del cuerpo, la artritis que padecía desde 1956 se agravó hasta impedirle el ejercicio de su profesión sin graves riesgos para el paciente. También en los años ochenta, su esposa Barbara puso fin a su matrimonio y se casó posteriormente con un hombre de negocios portugués. Barnard intentó rehacer su vida con la modelo Evelyn Entleder, de veinticuatro años, quien lo abandonó también. Finalmente, encontró el equilibrio sentimental con otra modelo cuarenta y un años más joven que él, Karen Setzkorn, con la que contrajo matrimonio en 1983 y con la que tendría dos hijos más, Armin y Lara, que nació cuando Barnard contaba setenta y cuatro años de edad.
En 1983, después de trabajar en un hospital de Estados Unidos, abandonó definitivamente el ejercicio de la cirugía, pero a pesar de los achaques, el desprestigio entre sus colegas y la pérdida de popularidad, intentó abrirse nuevos caminos. Hasta entonces había realizado alrededor de 140 trasplantes, entre ellos el del corazón de un mandril a una enferma de veinticinco años que murió a las pocas horas.
A partir de 1987 se dedicó a la investigación médica y dirigió cuatro equipos en el Instituto Max Planck y en la Universidad de Heidelberg, ambos en Alemania, un tercero en la Universidad de Oklahoma, en Estados Unidos, y, por último, otro en Suiza. Esos equipos realizaron estudios orientados a descubrir las causas del envejecimiento de los organismos y los factores biológicos presentes en el feto y que desaparecen al nacer éste.
Además de coordinar esos equipos, se ocupó de su inmensa granja de ovejas cerca de Ciudad del Cabo, donde, además, intentó reintroducir animales salvajes que originariamente ocupaban aquellos parajes. En 1993 publicó su autobiografía, La segunda vida, donde además de hablar de su trayectoria profesional exponía con detalle sus idilios con mujeres famosas. En sus viajes y conferencias insistía en lo que fue la obsesión de sus últimos días: inculcar a la sociedad la necesidad de la donación de órganos.
En marzo de 2001 aún dio muestras de protagonismo al publicar Cincuenta fórmulas para un corazón sano. El 2 de septiembre fallecía en Chipre a los setenta y ocho años de edad, víctima de un ataque de asma, no de un ataque cardíaco como publicó la prensa a las pocas horas del fallecimiento. Ese mismo año, la implantación en un paciente estadounidense del corazón artificial Abiocor como un órgano permanente constituyó un hito que empequeñecía de algún modo la proeza realizada por Barnard en 1967.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Tema 1: Letras nutritivas


 

Un genio en la tele

un genio en la tele-jordi sierra i fabra-9788420769745La llegada de la televisión rompe la monotonía de los habitantes de Pampelum, pero el programa informativo no logra tener audiencia... Hasta que llega el señor Tutsi, que sabe cómo llegar al corazón de los espectadores. Sin embargo, con su programa de «cámara indiscreta» pierde popularidad...

Lope de Vega

(Félix Lope de Vega y Carpio, Madrid, 1562-id., 1635) Escritor español. Lope de Vega procedía de una familia humilde y su vida fue sumamente agitada y llena de lances amorosos. Estudió en los jesuitas de Madrid (1574) y cursó estudios universitarios en Alcalá (1576), aunque no consiguió el grado de bachiller.
Debido a la composición de unos libelos difamatorios contra la comedianta Elena Osorio (Filis) y su familia, por desengaños amorosos, Lope de Vega fue desterrado de la corte (1588-1595). No fue éste el único proceso en el que se vio envuelto: en 1596, después de ser indultado en 1595 del destierro, fue procesado por amancebamiento con Antonia de Trillo.

Lope de Vega
Estuvo enrolado, al menos, en dos expediciones militares: una fue la que conquistó la isla Terceira en las Azores (1583), al mando de don Álvaro de Bazán, y la otra, en la Armada Invencible. Fue secretario de varios personajes importantes, como el marqués de Malpica o el duque de Alba, y a partir de 1605 estuvo al servicio del duque de Sessa, relación sustentada en una amistad mutua.
Lope se casó dos veces: con Isabel de Urbina (Belisa), con la que contrajo matrimonio por poderes tras haberla raptado antes de salir desterrado de Madrid; y con Juana de Guardo en 1598. Aparte de estos dos matrimonios, su vida amorosa fue muy intensa, ya que mantuvo relaciones con numerosas mujeres, incluso después de haber sido ordenado sacerdote. Entre sus amantes se puede citar a Marina de Aragón, Micaela Luján (Camila Lucinda), con la que tuvo dos hijos, Marcela y Lope Félix, y Marta de Nevares (Amarilis y Marcia Leonarda), además de las ya citadas anteriormente.
Obras de Lope de Vega
La obra y la biografía de Lope de Vega presentan una gran trabazón, y ambas fueron de una exuberancia casi anormal. Como otros escritores de su tiempo, cultivó todos los géneros literarios.
La primera novela que escribió, La Arcadia (1598), es una obra pastoril en la que incluyó numerosos poemas. En Los pastores de Belén (1612), otra novela pastoril pero «a lo divino», incluyó, de nuevo, numerosos poemas sacros. Entre estas dos apareció la novela bizantina El peregrino en su patria (1604), que incluye cuatro autos sacramentales. La Filomena y La Circe contienen cuatro novelas cortas de tipo italianizante, dedicadas a Marta de Nevares. A la tradición de La Celestina, la comedia humanística en lengua vulgar, se adscribe La Dorotea, donde narra sus frustrados amores juveniles con Elena Osorio.
Su obra poética usó de todas las formas posibles y le atrajo por igual la lírica popular y la culterana de Luis de Góngora, aunque, en general, defendió el «verso claro». Por un lado están los poemas extensos y unitarios, de tono narrativo y asunto a menudo épico o mitológico, como, por ejemplo La Dragontea (1598); La hermosura de Angélica (1602), inspirado en el Orlando de Ariosto; Jerusalén conquistada (1609), basada en Torquato Tasso; La Andrómeda (1621) y La Circe (1624). De temática religiosa es El Isidro (1599) y también los Soliloquios amorosos (1626). La Gatomaquia (1634) es una parodia épica.
En cuanto a los poemas breves, su lírica usó de todos los metros y géneros. Se encuentra recogida en las Rimas (1602), Rimas sacras (1614), Romancero espiritual (1619), Triunfos divinos con otras rimas sacras (1625), Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos (1634) y la Vega del Parnaso (1637).
El teatro de Lope
Donde realmente vemos al Lope renovador es en el género dramático. Después de una larga experiencia de muchos años escribiendo para la escena, Lope compuso, a petición de la Academia de Madrid, el Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo (1609). En él expone sus teorías dramáticas, que vienen a ser un contrapunto a las teorías horacianas, expuestas en la Epístola a los Pisones.
De las tres unidades -acción, tiempo y lugar-, Lope sólo aconseja respetar la unidad de acción para mantener la verosimilitud, y rechaza las otras dos, sobre todo en las obras históricas, donde se comprende el absurdo de su observación; aconseja la mezcla de lo trágico y lo cómico (en consonancia con el autor de La Celestina): de ahí la enorme importancia de la figura del gracioso en su teatro y, en general, en todas las obras del Siglo de Oro; regulariza el uso de las estrofas de acuerdo con las situaciones y acude al acervo tradicional español para extraer de él sus argumentos (crónicas, romances, cancioncillas).

En general, las obras teatrales de Lope de Vega giran en torno a dos ejes temáticos, el amor y el honor, y su público es de lo más variado, desde el pueblo iletrado hasta el más culto y refinado. De su extensísima obra, más de «mil quinientas» según palabras del propio autor, se conservan unas trescientas de atribución segura.
La temática es tan variada que resulta de difícil clasificación. El grupo más numeroso es el de comedias de capa y espada, basadas en la intriga de acción amorosa: La dama boba, Los melindres de Belisa, El castigo del discreto, El caballero del milagro, La desdichada Estefanía, La discreta enamorada, El castigo sin venganza, Amar sin saber a quién y El acero de Madrid. De tema caballeresco: La mocedad de Roldán y El marqués de Mantua. De tema bíblico y vidas de santos: La creación del mundo y El robo de Dina. De historia clásica: Contra valor no hay desdicha. De sucesos históricos españoles: El bastardo Mudarra y El duque de Viseo.
Sus obras más conocidas son las que tratan los problemas de abusos por parte de los nobles, situaciones frecuentes en el caos político de la España del siglo XV; entre ellas se encuentran La Estrella de Sevilla, Fuente Ovejuna, El mejor alcalde, el rey, Peribáñez y el comendador de Ocaña y El caballero de Olmedo. De tema amoroso son La doncella Teodor, El perro del hortelano, El castigo del discreto, La hermosa fea y La moza de cántaro.